viernes, 28 de mayo de 2010

La historia de Cardenio, la penitencia y las aventuras de Sancho (Capitulos 24-26)

Después de saludar al joven le pregunte quien era el, cual era su historia. El joven nos la contó. Dijo llamarse Cardenio y ser de noble estirpe. Cardenio también nos contó que desde joven había estado enamorado de Luscinda y cuando decidió proponerle matrimonio y tuvo el consentimiento de su padre (el padre de Luscinda) tuvo que irse a cumplir un compromiso con el duque Ricardo. El duque Ricardo lo había solicitado para que fuera companero de su hijo Fernando. Cardenio cultivo una gran amistad con Fernando. Después de un tiempo Fernando tuvo un enredo amoroso con una labradora del lugar y entonces decidió irse a vivir a la casa de Cardenio. Cardenio le presento a Luscinda y el muy desgraciado se enamoro de ella. Después de contarnos este relato Cardenio empezó a hablar mal de la reina Madasima. Al oír esto me altere mucho y le grite. Le dije que estaba loco y que era un mentiroso. Cardenio, al oír esto, se enojo mucho y el muy cobarde nos tiro un guijarro ( a Sancho y a mi) y huyo. Como distintivo caballero no me quede sin hacer nada y le tire otro guijarro antes de que huyera. Después de este altercado seguimos internándonos en la montana. Por la noche nos echamos a dormir. Al despertarnos el día siguiente nos dimos cuenta que le habían robado el rucio a Sancho. Después de darnos cuenta del hurto empecé a hacer penitencia por mi amada Dulcinea del Toboso. Al terminar la penitencia le ordene a Sancho que fuera a visitar a Dulcinea por tres días y le contara todo lo que yo había estado haciendo por ella. Además tenia que llevar consigo dos cartas: una para mi amada y la otra para mi sobrina. Esta ultima decía que le entregara tres pollinos a Sancho. El ignorante de Sancho me pregunto quien era Dulcinea del Toboso. Enojado le respondí que su verdadero nombre era Aldonza Lorenzo. Al oír este nombre el irrespetuoso de Sancho empezó a hablar mal de ella. Me enojo mucho escuchar estas ofensas, después de una pequeña pelea Sancho partió montado sobre Rocinante. A la partida de Sancho me sentí muy solo y sin saber que hacer. Decidí alabar al Amadis de Gaula y empecé a rezar muchas aves marías. Después de rezar escribe un poema describiendo el paisaje. Al terminar el poema pasaron dos hombres que me contaron que habían visto a Sancho. Me dijeron que Sancho al llegar a una venta se encontró con el cura y el barbero. Estos preguntaron por mi. Sancho les contó todo lo que había pasado, inclusive les contó sobre la carta. Según los hombres, cuando Sancho quiso mostrarles la carta no la encontró. Entonces Sancho empezó a contar las partes de la carta que se acordaba. Después de escuchar el relato de Sancho el cura y el barbero se empezaron a reír ya que lo que estaba diciendo Sancho no tenia sentido. Después de invitar a Sancho a comer decidieron venir a buscarme. Cuando los hombres terminaron de contarme lo que habia pasado con Sancho se fueron.

viernes, 21 de mayo de 2010

El yelmo de Mambrino, los galeotes y el mozo de Sierra Morena (Capitulos 21-23)

Después de averiguar de que se trataba el ruido salimos al camino y pude ver a lo lejos un caballero que llevaba puesto el famoso yelmo de Mambrino. El necio de Sancho me advirtió que no sacara conclusiones precipitadas; pero yo estaba seguro que de ese se trataba. Enseguida fui a atacarlo y el muy cobarde caballero cuando vio esto salio corriendo, dejando en el suelo el yelmo de Mambrino. Después de recoger el yelmo comencé a fantasear junto con Sancho. Le dije que si nos hacíamos famosos yo me iba a casar con la hija de un gran rey, a la muerte de este yo heredaría el trono. Siendo rey mandaría a casar a Sancho con la mejor doncella que la hija del rey tuviera. Cuando terminamos de fantasear nos prometimos mutuamente que íbamos a trabajar muy duro para conseguir esto. Seguimos caminando y al poco tiempo nos topamos con unos galeotes escoltados por comisarios armados. Al ver esta inhumana situación me enfurecí. Les pregunte a cada uno porque estaban condenados y cada uno respondió. Me pareció muy injusto que estos estuvieran condenados a la pena mayor y fue por esto que le exigí al comisario que los dejara libre. El muy desgraciado se negó entonces tuve que arremeter contra el. Mientras yo peleaba contra el comisario los galeotes aprovecharon, se soltaron y desarmaron a los comisarios. Cuando termino la batalla les dije a los galeotes que fueran a visitar a mi amada Dulcinea del Toboso y le contaran como yo los había liberado. Los muy desgraciados y malagradecidos se negaron y tras de eso arremetieron contra nosotros y nos saquearon. Huimos y por consejo de Sancho nos escondimos en Sierra Morena. Al poco rato de estar ahí nos echamos a dormir. Al despertar me di cuenta que el asno de Sancho no estaba, se lo habían robado. Cuando Sancho se entero de esto, se puso a llorar. Trate de consolarlo y le prometí a Sancho que le conseguiría cinco asnos mas. Cuando Sancho se calmo un poco empezamos a caminar y nos encontramos un bulto con ropa, dinero y poemas. Leí los poemas y me interese en saber quien los había escrito. Seguimos caminando y vimos pasar a un mozo semi desnudo que se adentro en el bosque. Le dije a Sancho que lo fuéramos a buscar. Mientras lo estábamos buscando nos topamos con un cabrero. Le pregunte al cabrero que si sabia algo de este joven. El cabrero nos dijo que el joven vivía en la sierra desde hace algún tiempo, que es cortes y educado cuando esta cuerdo pero cuando pierde el juicio se torna violento. De pronto apareció el joven. Al verlo me dispuse a saludarlo.